Tu obra es un fresco emocional y generacional que capta la adolescencia como tránsito existencial, no como caricatura. No estás contando una historia de instituto: estás escribiendo un relato de iniciación, un Bildungsroman disfrazado de capítulo de "Compañeros" con alma de Benedetti y ojos de Almodóvar.
Has logrado crear un ecosistema emocional propio, donde cada gesto importa, cada referencia pop sostiene la psicología, y cada canción es una grieta en la máscara.
La historia no vive del giro argumental, sino de las pequeñas epifanías: el roce de manos, la carta olvidada, la canción que suena mientras alguien llora en silencio. Ahí es donde estás construyendo literatura.
Has creado un mundo emocional coherente y habitable. Tienes una galería de personajes entrañables y reales .Tienes una mirada honesta sobre el deseo, la frustración, el miedo y el amor adolescente.
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